5 casos de jóvenes asesinos que perturbaron al mundo

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En el portal de The Richest publicó una lista de algunos casos polémicos de jóvenes homicidas. Uno de los más horribles es el de los británicos Jon Venables y Robert Thompson, que con diez años arrojaron a la vía del tren a James Bulger, de tan sólo tres. Ambos fueron procesados por un tribunal de adultos y enviados a un centro de rehabilitación en 1993, que abandonaron en 2001.

Las razones del crimen continúan siendo un misterio más de dos décadas después, aunque gran parte de la opinión pública lo atribuyó en su día a la influencia de películas violentas.

Más recientemente, en 2010, Paul H. Gingerich y Colt Lundy, de 12 y 15 años, acabaron a tiros con la vida del padrastro del segundo de ellos. La investigación determinó que ambos planeaban huir juntos a Arizona y temían que el adulto lo impidiese.

El más joven de los niños, Gingerich, fue condenado a treinta años de cárcel; aunque existe la posibilidad de que su situación sea estudiada de nuevo cuando alcance la mayoría de edad, en función de su respuesta al programa de rehabilitación.

Mucho más extraño fue el asesinato de Maddie Clifton, de 8 años, por Joshua Phillips, de 14. Según la confesión del homicida, estaban jugando al béisbol juntos cuando él la golpeó accidentalmente con la pelota.

La niña empezó a llorar y Joshua perdió el control por los nervios, golpeándola de nuevo en la cabeza. Después escondió el cadáver debajo de su cama, donde permaneció durante varios días hasta ser descubierto por su madre debido al fortísimo hedor. El adolescente fue procesado y condenado por un asesinato en primer grado.

En 2011, a los 14 años, Daniel Bartlammató a su madre Jacqueline con un martillo y a continuación incineró el cadáver, antes de llamar a la policía para acusar del crimen a un misterioso asaltante anónimo. Su relato fue desmontado por la investigación en poco tiempo. La antigua pareja de Jacqueline afirmó que Daniel sentía pasión por las películas y los videojuegos violentos. El joven recibió una condena que le hará pasar un mínimo de 16 años en prisión.

El peligro de la precipitación en el procesamiento de menores lo retrata el caso de George Stinney. En 1944, cuando tenía apenas 14 años, a George se le acusó del asesinato de dos niñas de 7 y 11 años en Carolina del Sur.

La presión popular provocó que fuese acusado y condenado muy rápidamente, convirtiéndose en la persona más joven de la historia en acabar en la silla eléctrica. Sin embargo, la falta de pruebas hizo que su familia continuase intentando limpiar su nombre. El pasado mes de diciembre, la condena de Stinney fue anulada, setenta años después de su ejecución.